Bear and the City: 61 – ‘Inocencia Interrumpida’ en versión marica

No me gustan los médicos. No me gusta ir al médico. Para eso soy bastante radical y reconozco que mi modo de pensar al respecto es bastante a la antigua. Uno no está enfermo del todo hasta que no te lo dice un médico. Y ni qué decir cuando les da por encontrarte cosas que ni sabías que tenías y que ni mucho menos te estaban tocando los cojones. Lo peor de todo esto es que me moriré pensando de esta manera.

Era viernes. Lo recuerdo porque en la sala de espera se comentaba acerca del médico canario que pasaba la consulta los viernes. Ahí entendí que no fuese una casualidad que esa sala de espera pareciera la entrada a un “Boys”, con un montón de mujeres de todas las edades y todas de punta en blanco.

Llegó mi turno y entré a la consulta como el que se dirige a la silla eléctrica sabiéndose inocente. Me senté en mi silla y esperé a que se dirigieran ellos a mí –eran dos-. Con el pertinente “buenos días” comenzaron las típicas preguntas de “qué le ha pasado” y similares. Tomé aire y le solté todo de carrerilla. Le hablé sobre el estrés, el terrible cansancio que me acompañaba a todos lados y de los dolores en la zona del corazón que estaba empezando a sufrir cada vez más seguido. Mi explicación iba sonando entre jadeos, mitad por nervios y mitad por el cansancio. Una vez terminé el médico me hizo una pregunta, “¿Acaba de pasar por algún mal momento recientemente?” De repente volví a perder el control y no pude contener las ganas de llorar. Le respondí como buenamente pude, intentando no llorar en ningún momento, “He roto con mi pareja hace pocos días.” El médico asintió con la cabeza y terminó la consulta en apenas dos minutos. “Tú no tienes ningún problema de corazón, si es que era eso lo que estabas pensando. Lo que tú tienes es una depresión de caballo que, además, no estás sabiendo encajar de ninguna de las maneras. Te voy a dar un volante para el psiquiatra. Vas a ir por urgencias. Así que mañana por la mañana vas a ir directo a la unidad de psiquiatría. Te harán una pequeña evaluación y te darán la cita definitiva. Calcula que no vas a esperar ni una semana, así que tranquilo. Procura descansar.”

Yo en una “unidad de psiquiatría”… ¡VENGA YA! ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Vivir mi propia versión marica de ‘Inocencia Interrumpida’? Con lo poco que me gusta Winona Ryder. Fui directo a la oficina mientras iba acordándome de la puta madre de todo el santoral de la ‘A’ a la ‘Z’. Obviamente fui primero a por mi amiga y le conté todo, haciendo un especial énfasis en la parte de “gracias a tu miedo mañana me daré un paseo por la unidad de psiquiatría”. La muy perra supo ponerle el punto gracioso a ese momento tan de mierda diciendo que mirase el lado bueno de todo, “Quizás te curan y dejas de ser maricón.” Se llevó una palmada en el culo que resonó en toda la oficina y luego un abrazo.


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