‘BATC – Familia’: 06 – Comprensión con fecha de caducidad

Dos años de academia en academia pasan demasiado rápido. Todo ese tiempo sirvió para que me pudiera relacionar con gente completamente diferente a la escoria a la que estaba acostumbrado. De repente gente mayor, cada uno con su historia, sus problemas, sus más y sus menos. Me resultaba chocante cómo había pasado de ser la última mierda de una clase durante años a ser el cerebrito en otras. Me había topado con gente que valoraba todo lo que yo era capaz de hacer, en gran parte gracias a mi excesiva juventud, pero lo valoraban, que era lo que a mí me importaba. Obviamente siempre tuve claro que todas estas personas eran gente de ida y vuelta. De aquí jamás saldrían “amigos para siempre” ni cosas de esas. Pero si de algo me sirvió conocer a esta gente fue para descubrir que nada de lo que pudieran haber dicho los hijos de puta del colegio tenía valor alguno.

Pero había que volver a la realidad y además a la fuerza. La comprensión paterna tenía fecha de caducidad. Mi hermana pequeña había terminado el colegio y había que buscarle un instituto, por lo que mi padre decidió incluirme a mí en el paquete. Ahora, y como de costumbre, no había derecho a réplica. Así que no me quedaba otra que pasar por el aro.

En todo este tiempo que estuve ausente del mundo “más o menos real” procuré ver mucha televisión. Quería saber de toda esa gente a la que le pasaba lo mismo que a mí. La verdad es que no fue nada fácil, ya que pocas veces pude estar sólo en casa y en más de una ocasión tuve que hacer uso de mi mal genio –un mal genio muy limitado- al ver y escuchar reacciones de mis padres con según qué imágenes y comentarios televisados. Todo giraba en torno a desviaciones, enfermedades y vicios, sobre todo para mi padre, ya que para mi madre sólo eran “esa pobre gente”. Yo no podía otra que mirarme en el espejo y pensar en todas las barbaridades que salían de la boca de mi padre. Yo no veía desviación alguna, tampoco me sentía enfermo. Quizás el exceso de pajas pudiera ser considerado un vicio, pero por lo que había escuchado en gente de mi edad, si lo mío era un vicio, lo del resto seguro que tenía peligro de manicomio.

Así que mi modo de ver las cosas había cambiado bastante. Seguía sin verme “normal del todo”, aunque ya no había sensación de enfermedad alguna. Sólo estaba necesitado de respuestas. Lo que había visto en la tele no era nada más que mi misma realidad enfocada desde el lado de los “padres sufridores”, algunos más comprensivos que otros, así que tampoco era el punto de vista más objetivo. Pero de todos modos me serviría para comenzar esta nueva etapa en el instituto. Sobre todo esta vez no estaba dispuesto a dejarme pisar por nadie. Iba a compartir clase con mi hermana pequeña y no iba a permitir que ella tuviese que ver nada parecido a todo lo que me ocurrió en el colegio. Esta vez tenía que ser diferente. Además había crecido bastante y poco quedaba de esa imagen frágil de la escuela. Esa iba a ser una baza importante a jugar en el instituto, sobre todo en el momento de las novatadas.

‘Bear and the City’ – Síguelo desde el capítulo 1


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