‘BATC – Familia’: 09 – No hacer ni ruido

Silencio

Me resultaba de lo más cómico ver cómo no hay nada como la seguridad en uno mismo para comenzar a resultar atractivo para todo el mundo. Esta salida del armario a nivel ‘amistades’ había conseguido que cambiase mi forma de verme a mí mismo. Ahora no sólo conseguía atraer a algunos chicos –aunque no eran precisamente los que me gustaban a mí-, sino que algunas chicas no se cortaban un pelo en demostrar su atracción hacia mí. Una de ellas llegó a ser de mis mejores amigas en esa época. Tal amistad conseguimos tener que, antes de darme cuenta, me encontré que mi mejor amigo y mi mejor amiga eran pareja. Por un tiempo me estuve sintiendo como una alcahueta de pueblo, soltera perdida y buscando novio y novia a cada ser que pasara por delante de mi puerta. Menos mal que sólo fue una época. No quisiera pararme a pensar cómo podría haber terminado mi vida de haber seguido con ese estúpido hábito casamentero.

Pero no todo podía ser bueno, claro está. Lo mío con los estudios no era una relación de amor precisamente, al menos no con todo lo que no fueran los idiomas. Mi tutora habló con mi padre y me describió de una manera que no he olvidado: “Su hijo, si es por no hacer, no hace ni ruido en clase. No es conflictivo y su relación con los compañeros es muy buena. Pero no hace absolutamente nada. Con los idiomas demuestra lo inteligente que es, pero se niega en rotundo a hacer nada más.” Esa explicación me traería consecuencias semanas más tarde.

Por lo pronto decidí seguir viviendo mi momento. Tenía amigos y amigas que me querían como yo era. Lo malo era volver a casa. Allí seguía todo igual que siempre: Mi padre viviendo para su trabajo y su “único” hijo, mi madre histérica por todo, mi hermana mayor con su grupo de amigos y su novio, mi hermano con sus drogas y sus zorritas y mi hermana pequeña sacando de quicio a mi padre con sus novios y su rebeldía. Era tan poco lo que me gustaba llegar a casa que raro el día que no entraba y me encerraba en mi habitación o me ponía a ver alguna película sin hablar con nadie. De todos modos tampoco había mucho de lo que hablar, al menos si tenía que ver conmigo. A día de hoy creo que puedo asegurar que si sacase un tema de conversación de aquella época, nadie sería capaz de mantenerlo por el simple hecho del desconocimiento total.

Pero la decisión de mi padre respecto a su conversación con mi tutora ya había sido tomada. Mi experiencia en el instituto terminaba después de seis meses.

‘Bear and the City’ – Síguelo desde el capítulo 1
Imagen – SDB


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