“¿Así que eres mariquita?” Creo que pocos calificativos me resultaban –y me resultan- tan ridículos como ‘mariquita’. Me sonaba a setentón travesti de los que hacían playbacks de Lola Flores. Si la sonrisa de esta chica me gustó poco, que utilizara el término ‘mariquita’ me gustó aún menos. Pero no era sólo eso lo que tenía por escupir. “Y te gusta mi amigo, ¿verdad?” Le devolví la misma sonrisa de mierda y asentí. Yo ya sabía que esta chica estaba loca por los huesos de mi novio, así que supuse que su siguiente disparo iría del palo de “pues que sepas que es mío”, pero me equivoqué. Aparcó el cinismo durante un momento y dijo riéndose de buena gana, “pues ahora te lo quito”. Esta chica daba por hecho que entre su amigo y yo había algo. Aunque no me dio tiempo ni siquiera a dudarlo. “Tú eres menor de edad, ¿verdad? Mi amigo no habrá intentado hacerte nada, ¿no?” ¡Bingo! Sus amigas no sólo dudaban de su heterosexualidad, sino que además le tenían por un pervertido que corría detrás de los menores de edad. Le negué todo. Incluso le dije que su amigo no sabía nada de que yo era gay.
Mi novio volvió de su clase y lo que se encontró no pudo otra que sorprenderle. Su amiga y yo habíamos pasado de la casi total indiferencia a encontrarnos casi la una sentada encima del otro, contando secretitos y muertos de la risa. La cabeza de mi novio comenzó a echar humo. Daba por hecho lo evidente: yo me había ido de la lengua, pero bien. Se inventó una mala excusa y nos fuimos. “¿Os habéis hecho amigos de pronto?” El tono de mi novio no podía ser más desagradable. “Me dijiste que no fuese tan cerrado y que le diese un voto de confianza, que era buena chica, y es lo que he hecho.” Fue directo al grano, “¿Y qué le has contado?” Le respondí de la misma manera, “Que soy gay. Tranquilo, de ti no sabe nada. Ni siquiera lo sospecha.” Se echó las manos a la cabeza y no porque le acabase de mentir respecto a lo que pensaba su amiga. Comenzó a gritar, “¡Estás loco! Va a ir directa a contárselo a mi ex novia. Además esta tía siempre se ríe de los gays. Te habrá llamado maricón, seguro.” Su amiga era ahora “esa tía”. Alguien necesitaba poner sus ideas en claro y no era yo. Comprendía que, por su situación en su casa, pudiera pecar de precavido; pero esto ya era exagerar. Toda su vida, incluida la que ocurría fuera de su casa, se basaba en una total mentira. En ese momento tenía una respuesta en el pensamiento que no podía guardar más, aunque sabía que al decirla podría mandar todo este primer amor a la basura. “Perdona si te ha molestado, pero todo esto, y digo todo, es nuevo para mí. Comprende que ya tenga bastante con esconder todo en mi casa. Ya que no puedo compartir con nadie mi historia contigo, entiende al menos que comparta lo que tenga que ver sólo conmigo. Estoy hasta los cojones de dobles vidas. Y además insistiré en que tu amiga no sospecha nada de ti.” Volví a mentirle sobre su amiga, pero yo no pintaba nada en ese tema. Si quería saber las opiniones de su gente, debía ser él quien le preguntase a ambas. No me dijo nada. Sólo se despidió y se fue a su casa.
‘Bear and the City’ – Síguelo desde el capítulo 1
Imagen – Fotolog