Hay momentos en la vida –no necesariamente obligatorios- en los que los días pueden aparentar durar meses. Todo lo contrario de un buen momento. Todo lo contrario no es un mal momento. Un mal momento puede ser romperte un brazo, una gripe de caballo, un susto con el coche. Esto era diferente. Era tener la cabeza completamente desconectada de todo lo que fuera pensar en algo que tuviera que ver con algún momento que estuviese pendiente de pasar. El futuro no entraba dentro de mis pensamientos. Me llamaban por la mañana, me levantaba. Me avisaban para ir a trabajar, iba. Decían que era hora de cerrar, me volvía a casa. Así durante meses… creo que muchos. Tantos meses que creo que me acostumbré a ser un bulto más.
Pero sonó el teléfono y resultó ser para mí. Una voz de mujer. “Hola, soy –fulanita-. ¿Te acuerdas de mí? Creo que no hemos hablado nunca. Soy la madre de…”, era la madre de mi ex, el que había vuelto con su ex novia. ¿Cuánto tiempo hacía que no sabía nada de él? Creo que fue como año y pico… o incluso dos años. Durante unos segundos no fui capaz de adivinar el porqué de la llamada. No sabía si a su hijo le habría pasado algo y ahora vendría aquí Madame Kontrol a tirarme en cara las penurias de su familia. Pero no, no hubo reproches. Sólo una petición. “¿Sería posible que te vieras con mi hijo?” Saqué la cabeza por la puerta y miré al cielo, por si acaso venía el fin del mundo o algo así. Respondí con otra pregunta y con tono de sorpresa extrema no demasiado agradable, “¿¿¿Cómo???” La madre se explicó y muy bien. No dejó un punto por describir. “Supe de lo vuestro. Mi hijo dejó a la novia al tiempo de irte tú y salió del armario. Luego nosotros tuvimos que cambiarnos de ciudad también, por motivos de trabajo. Pero mi hijo empezó con temas de depresión, diciendo que te echaba mucho de menos. Así que lo único que podía hacer era buscarte y pedirte que te vieras con él, aunque sólo fuese una vez”.
¿Y eso cómo se come? Resulta que la causante número uno de nuestra ruptura estaba rogándome que volviese con su hijo. No me preguntó si estaba con alguien o si, al menos, seguía interesado en su hijo. Sólo pude pensar que me habían buscado en la guía telefónica –se acordaban al menos de mis apellidos- y se habían puesto a llamar uno por uno hasta dar conmigo. Eso se merecía aunque fuese un encuentro. Me sorprendió que fuese ella misma quien cerrase conmigo el lugar, el día y la hora. En ningún momento hablé con mi ex. Ahora que lo pienso, también podría haber sido una cita para romperme las piernas por haberme acostado con su hijo. Y yo acepté sin pensarlo dos veces. Menos mal que no fue así.
‘Bear and the City’ – Síguelo desde el capítulo 1
Imagen – Vintage