A todo esto, aún no he dicho la parte quizás más importante en toda esta historia. Todo este mar de rupturas, cambios de techo, kilómetros recorridos y gente nueva conocida desembocó en la primera vez que dije «sí» a las drogas. Era en Navidad y fue con estos nuevos compañeros de piso. Éxtasis y cocaína dejaron de ser desconocidos para mí.
Tomar drogas no es bueno para nadie. Pero pueden ser todavía peor cuando las tomas para evadirte de los problemas. Con esto no digo que se puedan tomar teniendo uno la cabeza en su sitio, sino que paso de juzgar a los que las toman con control y recomiendo a los descontrolados que hablen urgentemente con algún médico.
De repente todo me daba igual, no había ningún problema lo suficientemente grave como para anular el efecto de las drogas. Todo era diversión, música y buen rollo con todo el mundo. Además -parte muy importante en todo esta historia-, cada vez que este compañero de piso tomaba drogas terminaba diciendo que tenía curiosidad por saber lo que era mantener una relación sexual homosexual. Para colmo de males, este chico era virgen. Nunca había estado con una chica, ni siquiera pagando, parte que ya me hacía terminar de perder el norte del todo.
¿Conseguí algo con este chico? No. Lo único que conseguí fue desarrollar una adicción a las drogas de lo más cara y el ver cómo mis verdaderos amigos se iban yendo de mi lado uno a uno.
Tu lo has dicho, no es bueno para nadie pero dentro de ello hay que tener cabeza y no dejar que ellas te dominen, me encanta la foto, jejeje.