Bear and the City: 38 – Te vienes a vivir conmigo

Después de una noche de mierda sin sentido ninguno me aseguré de hacerme con un buen paquete de evasivas para todas las veces que llamase este jovencito. No fueron muchas, la verdad. Se ve que él tampoco estaba muy por la labor de seguir enredando la historia.

Pero claro, se le olvidó que en esta historia no éramos dos, sino tres. Y el tercero volvió. Su novio vino con muchas ganas de verle a él, pero también con muchas ganas de verme a mí. Por lo que de nuevo todo terminó con los tres en la cama. El jovencito comenzó mostrándose un poco reacio a la cita, pero, si había algo que él no podía controlar, eran sus ganas de estar follando todo el día. Por lo que su negativa duró lo que dura una bragueta en bajar.

Ese fin de semana lo volvimos a pasar entero los tres juntos. Playa, copas y sexo cerraban un buen fin de semana al que todavía le faltaba una gran traca final.

Estando en la playa, el novio del jovencito me comentó que un amigo suyo había dejado un trabajo de transportista que le tenía muy quemado por los madrugones que se tenía que pegar todos los días. Salió el tema de que yo ya había trabajado un par de años de transportista y que era algo que siempre me había gustado. Este chico hizo una llamada de teléfono y me dijo que, si quería, ese puesto era mío. Teniendo en cuenta de que era en otra ciudad no me quedaba otra que mudarme, opción bastante negra teniendo en cuenta que mis fondos no daban como pagar un contrato de alquiler con sus fianzas y sus meses por antelación. Eso no fue problema, ya que la idea de este chico fue más allá: “Te vienes a vivir conmigo.”

Fui a mi casa y en quince minutos tenía toda mi ropa metida en mi bolsa de las mudanzas. Las palabras con mi padre fueron escasas, “¡Que me mudo, adiós!” No me paré a saber si respondió algo o no. Esa sería la última vez que viera a mi padre, y a mi familia en general, durante los siguientes años.

Por cierto, que no he dicho nada acerca de la cara que se le quedó al jovencito cuando vio que, de repente, me iba a vivir con su novio. No hace falta decirlo, ¿verdad?


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  1.   Álvaro Perera dijo

    No, la verdad es que nos podemos hacer una idea… Pero me habría gustado estar allí para verla jajajajaja! Keep up the Good Work 😉