Un jovencito carcomido por los celos, un novio enamorado de su chico pero que sentía una cierta atracción por mí y un bala perdida –ese era yo, claro-. Si en aquel momento me hubiese parado a mirar la situación desde esta misma perspectiva, no me hubiera metido en ella… ni loco. Pero entonces sólo quería salir corriendo, adonde fuera, me daba igual, pero que fuese lejos.
Pocas horas antes estaba tumbado en pelotas en la playa y ahora estaba viviendo en una ciudad distinta y con gente que, sinceramente, sólo conocía de haber follado con ellos. Pero bueno, ahí estaba la aventura, ¿no? Una locura más para apuntar en mi libro de las estupideces. Libro que, por cierto, casi era una enciclopedia ya.
Como en toda historia que se precie, aquí también había una parte buena y una mala. La buena fue que conseguí el trabajo y que en apenas una semana estaba ya trabajando. La mala fue que los celos del jovencito aumentaron de tal manera que acabó por desarrollar un odio hacia mí que incluso hoy sigo sin entender. Jamás tuve sexo con su novio a espaldas de él. Y no sólo eso, sino que además, una vez viviendo con este chico, se acabaron nuestras historias de cama a tres. Aunque nuestra extraña relación seguía creciendo.
Una tarde que el jovencito se quedó trabajando, nos quedamos hablando su novio y yo. Le dije que no entendía el comportamiento de su chico. De repente tanto odio y desprecio cuando en ningún momento había pasado a sus espaldas era algo que no podía comprender. Él me dijo que no me tenía que preocupar por nada y definió a su chico con muy pocas palabras, “Todavía es un niño”, y luego aprovechó para indicarme en qué lugar andaba él situado en todo esto, “Conmigo tienes todo el camino hecho. Sólo te lo tienes que ganar a él.”
Entonces tenía “todo el camino hecho” con uno de ellos. Eso significaba que, por parte de uno de ellos, había ganas de que en su pareja fuésemos tres. Se suponía que eso era algo que debía alegrarme, pero no fue así. Mi interés con ellos no pasaba de lo sexual y ahora resultaba que uno de ellos quería dar un paso más. Un paso que sólo podía traer problemas teniendo en cuenta los celos del jovencito. Así que opté por jugar sucio, dejar de preocuparme de los celos del otro y hacerle el mismo vacío que él me hacía a mí y, de paso, dejar abierta la puerta a la cama sin la necesidad de que fuésemos tres.
Ole tus huevos, gatuno! Tienes esa habilidad de ganarte a las personas eh nene! Tao chulo! Con ganas del 40 😀 Dale caña, compi!!!