Bear and the City: 41 – Conocernos un poco más

Aquí comenzaba una de las épocas que más me ha atormentado a lo largo de los años. No sólo me jodí a mí, sino que también a los que estaban a mí alrededor. Ahora podría lanzar mil excusas de lo mal que me encontraba. Pero no hay excusa que valga. Si estás mal, o le pones arreglo o te tiras por la puta ventana… pero no tienes por qué joder a nadie.

Una vez instalado en la nueva casa todo parecía mejorar a pasos de gigante. De repente pude cambiar de trabajo por uno mejor pagado, me sentía cómodo y el compañero de piso, como ya he dicho antes, era un buen hombre. Este hombre me presentó a su círculo de amigos. En ese círculo se encontraba un chico de apariencia bastante superficial, pero que acabó siendo un tío realmente excepcional. No me atraía lo más mínimo, pero sí me encantaba compartir con él nuestro peor humor ácido, conversaciones sobre música y chismes de amoríos.

Este chico me preguntó si el hombre y yo habíamos tenido “algo”. Le dije que no, pero que no me importaría. Le hablé sobre lo que pensaba sobre este hombre y le dije que no me importaría conocerle un poco más. Su respuesta fue clara: “Díselo.”

Habéis leído que mis palabras fueron “no me importaría conocerle un poco más”, ¿verdad? Las palabras que usé con él esa noche fueron exactamente las mismas. Su primera respuesta no fue la esperada, “Si lo que estás buscando es sexo te diré que no estoy buscando eso precisamente.” ¡¡Meeeec!! Error. Me quedé con las ganas de haberle dicho, “Si quisiera sexo, te habría dado con el rabo en la cara y te habría dicho ‘ven aquí, puta, que te voy a dar lo tuyo y lo de prima’”, pero me contuve y le expliqué que lo que yo quería era ni más ni menos que lo decían mis palabras, “conocerle un poco más”. Ahí bajó un poco el escudo y accedió a que nos conociéramos un poco más.

Pero parece ser que no debió entender del todo bien lo que decían mis palabras. O quizás yo me había explicado mal, cosa poco probable si tenemos en cuenta que las palabras que había usado eran un tanto difíciles de sacar de contexto.

Al día siguiente, al volver del trabajo, me encontré con que ya teníamos las próximas vacaciones casi listas. No sé por qué me tuvo que sentar tan mal, pero puedo asegurar que escuché cómo dentro de mí se cerraron todas las paredes en plan bunker. En ningún momento puse una mala cara o dije algo de lo que pudiera arrepentirme. De todos modos tampoco había tiempo de quejas, ya que teníamos que ir a casa de su madre para que me conociera.


Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

  1. Responsable de los datos: Miguel Ángel Gatón
  2. Finalidad de los datos: Controlar el SPAM, gestión de comentarios.
  3. Legitimación: Tu consentimiento
  4. Comunicación de los datos: No se comunicarán los datos a terceros salvo por obligación legal.
  5. Almacenamiento de los datos: Base de datos alojada en Occentus Networks (UE)
  6. Derechos: En cualquier momento puedes limitar, recuperar y borrar tu información.

  1.   Oscar dijo

    Definitivamente no, no lo entendio, jejeje

  2.   Álvaro Perera dijo

    Me has matao con la frasecita famosa de tus pensamientos! Ese gato como mola se merece una ola! Ueeeee