Bear and the City: 46 – Regresando a la tierra

Yo y mi puto cargo de conciencia, cómo te odio. Apenas si pude dormir. Cuando mi amigo terminó su turno subió a por mí. No era cuestión de que le pillaran entregando llaves a amigos borrachos así como así. Llamó a la puerta, le abrí y me preguntó directamente, “¿Pero tú no te habías mudado? Me dijo tu padre que te habías ido a vivir con unos amigos.” Le respondí como pude, “Algo así, sí. No le digas que me has visto. No sabe que estoy aquí.” Este chico arrugó un poco el hocico y volvió a preguntar, “¿Te vas a ir sin saludarle? No voy a ser yo quien se meta en tu vida porque, conociéndote, no creo que te sientas demasiado bien ahora mismo. ¿Pero tú te has visto, tío?” No tuve el valor de responder nada. Me fui directo a la ducha procurando no mirarme en el espejo para evitar sustos mayores.

Se que no viene a cuento, pero adoro las duchas de los hoteles. Son altas y no me tengo que agachar. Esta era así. El hotel era pequeñito, adaptado para el pueblo, enfocado a la gente que va de paso y que sólo necesitar hacer noche antes de continuar su viaje. Pero su ducha ya la quisiera muchos hoteles de 4 estrellas. No he estado en muchos de 5 estrellas, así que me ahorraré un pistoletazo falso. Me he ido mucho del tema, ¿verdad?

Este chico estaba cerca de la ducha, así que, para una vez que nos veíamos, quiso aprovechar para actualizarme las noticias de la familia. “¿Sabes algo de tu madre?” Fui directo al grano, “No. Y tampoco quiero. Sus neuras han pasado de castaño oscuro hace muchos años.” Mi amigo siguió con el tema, “Me dijo ella que no quisiste firmar la denuncia.” Le respondí con una pregunta, “¿Denunciarías tú a tu madre?” Se rió a medias y respondió, “Sabes que no trato con mi familia hace años. Así que, si se lo mereciera…” Le interrumpí, “En esa casa lo merecíamos todos. Estamos todos locos, tío.” -Algún día terminaré de explicar esa historia.-

Tocaba dejar de hablar de la familia. Mi amigo se cruzó de brazos y sacó pecho. Mala señal. “¿Me vas a contar qué es lo que te ha pasado?” Le volví a responder con otra pregunta. Es una costumbre bastante estúpida y bastante común en mí, por desgracia, “¿Versión larga y detallada o al grano?” Se volvió a sonreír, “Al grano y con detalles. Pero rapidito, que como nos pillen aquí me va a costar el puesto de trabajo y a ti la polla.” Este chico era hetero –era y es- pero nos conocíamos de haber vivido en la misma zona durante años. Le respondí, “Con todo lo que he tomado estas dos noches, si me la cortas, no lo voy a sentir. Bueno, te explico. Un ex novio que volvió a aparecer para nada. Fin de la historia. Así que para celebrarlo me he venido de fiesta con un coche de la empresa. Conocí a dos estudiantes que querían pillar coca. No sé cuantos gramos cayeron, pero con el mío eran más de dos. Whisky a saco. El efecto de la coca se fue y el del whisky no. Esa era la segunda noche. Y terminé aquí. Ahora tengo que encontrar el coche, aunque creo recordar donde lo aparqué, no tiene que estar lejos. Si me llevas me vas a ahorrar que me vea más gente. No quiero dar explicaciones a nadie.” Salí de la ducha y una vez me había secado, se acercó este chico y me dio un abrazo. Creo que era la primera vez que lo hacía. Se lo devolví al instante. Me dijo, “Empieza a cuidarte un poco, que esta vez te estoy viendo muy mal, ¿eh? Deja de joderte.” Le di las gracias y le bromeé, “Si me sigues abrazando se me va a poner dura.” Se echó a reír, “¡Maricón, que casi te he visto crecer, no me jodas!”

Salimos del hotel como ratas, mirando que nadie nos viera. Este chico habló con una de las chicas de la limpieza para que se encargara de la habitación lo más rápido posible. Vi como la chica le guiñó un ojo y asintió con la cabeza. En apenas diez minutos estaba subido en mi coche y camino de la realidad, con un cargo de conciencia de la hostia y sintiéndome el imbécil más grande Europa.


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  1.   Alvaro Perera dijo

    Menos mal que tienes un amigo decente gatuno. Soy su fan. Jajaja tus bromitas molan!