Bear and the City: 69 – Prueba superada

Prueba superada

Por unos momentos no pude entender de donde salía todo ese ruido. Luego entendí que hacía ya varios meses que vivía anestesiado entre tratamiento y excesos posteriores. Ahí comencé a entender esos golpes de pánico que llevaba una semana sufriendo en casa. Todo eso no era nada más que los sentidos volviendo a funcionar. Era una buena noticia, un poco dolorosa y con riesgo de infarto casi cada minuto, pero una buena noticia a fin de cuentas.

Este nuevo amigo, el grandote, me propuso salir a caminar, pero no por la ciudad, ya que no tenía intención de verme echar espuma por la boca por culpa de un mal susto, “Tienes que aguantar como cinco minutos hasta que lleguemos al monte. Ya verás que allí vas a estar más cómodo.” El camino no era demasiado céntrico, así que asentí con la cabeza y nos fuimos dando un paseo –o algo así- hasta llegar a la zona donde terminaba la ciudad y comenzaba el monte. Aunque estábamos bastante cerca de la carretera, allí era fácil estar bien, e incluso conversar. En el monte era fácil volver casi a la normalidad total. Mi cabeza, aunque aún temblaba, era capaz de pensar con claridad. Siempre solíamos estar un par de horas caminando por el monte. Una vez que comenzaba a oscurecer tocaba volver a casa. Los primeros días era duro salir del campo para tener que volver a enfrentarme a todos los ruidos, luces y estrés de la ciudad. Pero cada día fue costando menos.

Las semanas siguientes comenzaban siempre de la misma manera. Despertaba y notaba alguna mejoría. De repente podía mantener la cabeza erguida, o era capaz de hablar sin encasquillarme. Cada mejoría, por pequeña que fuese, era todo un mundo nuevo para descubrir y disfrutar. Respecto a mi amigo el grandote, mantuve contacto con él unos meses y luego nos perdimos la pista, muy a su estilo. Esas desapariciones siempre fueron parte de su encanto. Aún no terminé de darle las gracias por todo lo que me ayudó en esa etapa tan desastrosa. Las tardes enteras tirados en su habitación escuchando música, todo muy oscuro e introspectivo como él es, hablando de los amoríos y gilipollas que habían pasado por nuestras vidas.

Por esa fecha volví a retomar el contacto con mi familia. Eran tiempos de cambios y de cambios radicales. Se acabaron los excesos, las preocupaciones por estupideces. Si había podido salir de semejante charco de mierda, entonces era capaz de superar todo lo que se me pusiera por delante.

Esto no significa que desde ese momento todo fuese un lecho de rosas, ni muchísimos menos. Es sólo que la historia pasó de ser un caos a ser la vida normal de cualquier persona. Y como esa vida es la que estoy viviendo en este momento, me parece que me la guardaré para mí… al menos por el momento.

‘Bear and the City’ no termina aquí. Esta historia no ha girado sólo en torno a las drogas y los excesos. La familia, los amigos, las ambiciones personales también han tenido su parte importante en todo este pequeño gran desastre. Y ahora es el momento de abrirles la puerta para que pasen y se presenten en condiciones.


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