Recientemente, con el testimonio de un joven chino, un medio de prensa del país asiático descubrió cerca de cinco clínicas que proponen a los homosexuales chinos reajustar su sexualidad mediante tratamientos químicos, hipnosis y hasta electroshock (descargas eléctricas). En la ciudad de Pekín (China), el centro de ayuda psicológica Haiming promueve este tratamiento anunciando: «después de cada descarga, el paciente interrumpe sus pensamientos y se aleja de sus fantasmas», según detalla en su página web.
Un joven chino llamado Zhang acudió a una de estas clínicas frente al temor de decepcionar a su familia por su homosexualidad, y se sometió a las bestiales descargas eléctricas en sus genitales mientras miraba filmes pornográficos. “Cuando reaccionaba a las imágenes, recibía un electrochoque, poco intenso pero doloroso”, recordó Zhang, quien tras la experiencia sufrió una severa depresión que provocó que perdiera su trabajo y se endeudara para pagar gastos médicos.
Una asociación LGBT de Pekín asegura que estos tratamientos causan «daños graves a la salud física y mental, y empeoran la falta de autoestima». Dos activistas vinculados a esta asociación LGBT, una organización financiada por la embajada estadounidense y la británica, protestaron frente a una de estas polémicas clínicas de conversión llevando una pancarta que afirmaba «La homosexualidad no es una enfermedad». Con estas protestas esperan hacer visible este problema y alertar a las autoridades sanitarias chinas de que revoquen las licencias de estas controvertidas clínicas.
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