La inesperada renuncia de Joseph Ratzinger a su papado ha sido tomado como un alivio para gran parte del colectivo LGBT mundial, dado que su desaparición del liderazgo de la Iglesia Católica cierra un capítulo nefasto en la historia reciente del catolicismo, marcado por los escándalos y la intolerancia. Durante sus ocho años de papado, Ratzinger se mostró como un permanente opositor a reconocer cualquier tipo de derecho a las minorías sexuales.
Sus ataques al colectivo LGBT fueron aumentando año a año, volviéndose progresivamente más agresivos, promoviendo activamente la discriminación y el odio hacia los homosexuales, haciendo de la homofobia su discurso permanente y un sello indiscutido en todo su papado. Ratzinger movilizó durante los últimos años a toda la iglesia católica alrededor del mundo en una especie de cruzada salvadora contra los homosexuales y contra las familias homoparentales, un movimiento que sólo sirvió para fomentar la exclusión y el odio por la diversidad sexual como no se había visto en los últimos años.
La comunidad LGBT no olvidará como Ratzinger se ensañó con los homosexuales, agraviándonos constantemente y calificándonos como desviados, amenazas para la humanidad o enemigos de la paz. Sin dudas, el paso de Ratzinger por su pontificado aumentó la homofobia institucionalizada contra las minorías y se destacó por su profunda insensibilidad frente a los derechos humanos, sembrando el desprecio a la diferencia y a la diversidad social. Para muchos homosexuales es un alivio su renuncia y esperamos que la iglesia católica sepa aprovechar este momento histórico para realizar una profunda renovación de su máxima cúpula en favor del bien común.
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Fuente – Dos Manzanas
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