Matrimonio gay en tiempos de crisis (III)

Si no pagamos la luz nos la cortan, ya que no hay ningún bono gay con el que asegurarnos un mes extra. En el súper nos toca pagar igual y el alquiler para gays va siendo el mismo que para los hetero. Los problemas, los roces, una mala contestación, un “vete a la mierda” que no debería haber sonado… es igual, todo lo mismo. Todo es motivo para que el día menos pensado uno de los dos señale al contrario, lo ponga a caer de un burro y le mande de vuelta con su madre o saliendo él mismo por la puerta en plan María Jiménez con un “¡Se acabó!”

¿Al final que nos queda? Pues lo mismo que a todo el mundo: la vía del diálogo. ¿Vamos a echar a perder todo esto por un puto euro? ¿Dejar que un calentón tire al traste todo lo construido? Venga ya, hombre, que somos mayorcitos.

¿Ve usted, señora? En mi casa se vive igual que en la suya, se sufre lo mismo que en la suya e intentamos solucionar los problemas de la misma manera. Con toda esta charla no intento tachar a todo heterosexual de obtuso ni mucho menos. Es sólo que un poco más de información nunca viene mal. Quizás así algún día consigamos la igualdad absoluta para todos.


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