¿Y qué ha pasado en torno a mis homosexuales, gays, maricas, lesbianas, mariquitas, bolleras, maricones, bisex, trisex, cuatrisex, travestis, trans… seres superiores a fin de cuentas? Este año ha sido cuanto menos que curioso. Llegaban las fiestas del Orgullo Gay y nos aparecía nuestra propia Leticia Sabater. Los niños tenían a su Leti y sus «chupiguay» y sus «coleguis» y nosotros a nuestra Ana Botella, ser de eterna sonrisa cuyo único fin fue utilizar a unos pobres ancianitos para intentar dejarnos sin fiestas. La reacción fue la esperada, igual que algunos niños se asustaban con la extraña sonrisa de Leti -cari, esto va con humor y prefiero antes veinte Letis antes que una sola Botella-, a nuestra amiga se le presentaba un «efecto rebote» de lo más simpático, viendo como los ancianitos supuestamente «molestos por el ruido», no sólo le dejaban con dos palmos de narices, sino que además se subían al escenario para unirse a la fiesta.
La única novedad fue lo de tener que disfrutar de los conciertos a través de unos auriculares, ya que todo el sonido de los espectáculos era retransmitido por radio, pudiendo ser localizado por cualquier móvil. Era en ese momento en el que toda marica de pro sacaba su iPhone para así demostrar que, aunque España se estuviera hundiendo en la mierda, ella aún podía salir a la calle con la cabeza alta diciendo «yo todavía puedo permitírmelo» -esto también iba con humor, eh-.