Ni qué decir tiene que a la Iglesia le faltó tiempo para frotarse las manos una vez subió el Partido Popular al liderazgo, ofreciendo su «colaboración desinteresada» en todo ese caos que parece ser que creamos los homosexuales, siempre empeñados en destruir a las familias de toda la vida.
Parece mentira que mi amiga la Varela no se haya dado cuenta todavía, con todos sus estudios, su dinero y su eterna pose «Pacoclavelística», que mis primas y yo no estamos buscando nada con el santo sacramento del matrimonio, que ningún peludo de dos metros y ciento cuarenta kilos se va a presentar en la puerta de su iglesia con un vestido de novia que ríete tú de el de Isabel Pantoja en su boda con Paquirri -sí, uno tiene ya sus años-.
Señoras de la Iglesia -pues señores van quedando pocos-, relájense, dejen el control de este país ahogado en mierda a los líderes políticos y ustedes sigan con sus biblias y demás, que nadie les ha ido a tocar en la puerta. Además tienen cosas mejores de las que preocuparse, como seguir escondiendo todos esos casos de pederastia que no dejan de sonar y sonar cada vez en más lugares. Eso SÍ es un problema que hay que erradicar. Eso SÍ proviene de una degeneración y no la homosexualidad, que servidor salió de su madre siendo ya de esa manera.