Después vinieron las elecciones anticipadas. Ese sí que fue un buen gazpacho. Que el Partido Popular iba a obtener el total liderazgo ya era vox pópuli. Ahí fue cuando un buen montón de parejas homosexuales decidían pasar por el Juzgado para casarse, por si acaso a nuestro amigo Mariano se le terminaba de cruzar el cable y decidía seguir adelante con la dichosa derogación de la ley del matrimonio igualitario.
Aquí nos vino muy bien que líderes del resto de partidos intentaran hacerle frente con ese mismo tema, preguntándole cara a cara y en diversos medios sobre sus intenciones con dicha ley. Una vez alcanzaron el poder los populares, parecían hacer un amago de querer ganarse a todo ese público gay que no les había votado, asegurando que iban a «liderar a favor de todos».
Por ahora, y gracias a esta tremenda crisis, seguimos sin saber nada acerca del tema en cuestión. Quizás sea por mi espíritu positivo -el cual si algún día pierdo saltaré por la ventana-, pero me gustaría confiar en que, aún estando en contra de todo lo que sea un algo a favor de los derechos de los homosexuales como personas que somos, nuestros nuevos líderes optarán por arreglar el país, que buena falta nos hace, y dejar que cada uno viva como buenamente pueda o quiera y con los mismos derechos de todos.