El tango nació gay en Buenos Aires y sobre la evidencia histórica de este popular baile, la homosexualidad se encuentra muy presente en los orígenes del tango. A principios del siglo XX, las prostitutas bailaban entre ellas para aprender los pasos y matar el tiempo en el burdel, al tiempo que los hombres practicaban entre ellos para poder acceder a la prostituta de turno. Un siglo después esta antigua tradición de baile entre parejas del mismo sexo, ha vuelto renacer en las pistas de baile porteñas.
Actualmente este ritual se repite varias noches por semana en la capital argentina en las distintas milongas (encuentros de baile) que permiten bailar el tango a parejas gays, donde permiten que los roles de este baile varíen para que cada integrante de la pareja asumiendo cada uno el que más le guste. En estas escuelas de tango, no se habla del papel del hombre y de la mujer, sino directamente los roles se denominan como «conductor» y «conducido».
El fenómeno del Tango gay comenzó tímidamente en pequeños reductos de baile con poca concurrencia, pero a lo largo de la última década esta tendencia se disparó, logrando mayor convocatoria y veladas tangueras donde la pista se llena con setenta parejas bailando al dos por cuatro, y consiguiendo organizar dos festivales nacionales e internacionales durante el año. Los dos principales templos del baile porteño son actualmente ‘Tango Queer’ y ‘La Marshall’, ambos en la zona céntrica de Buenos Aires.
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Fuente – Clarín
Foto – AC