Bear and the City: 31 – Química sexual

No solía ser lo común eso de que nadie viniese a verme justo donde yo vivía. Más que nada porque, a fin de cuentas, sólo era un pueblo y las opciones a escoger un sábado por la noche eran bastante limitadas. Pero el vikingo quiso venir. Allí vivía una amiga de él que además ya le había ofrecido su casa para pasar la noche en el caso de que la fiesta se desmadrara, así no habría que coger coche ninguno. Yo iba dentro de esa invitación.

Aquí me encontré por sorpresa con otro grupo de gente que consumía drogas. ¿Recordáis el modo de consumo «moderna desmadrada»? Estos iban del mismo palo. La noche fue entretenida y sin ningún momento de descontrol, cosa que agradecí bastante teniendo en cuenta de que esto, a fin de cuentas, era una cita.

La noche terminó y nos fuimos a casa de esta chica a dormir. Al vikingo y a mí nos dieron la habitación más apartada que había en la casa, todo muy en rollo ‘presagio’. Era obvio que dormir, lo que se dice dormir, íbamos a dormir poco. No voy a entrar en detalles porque no es ni el momento ni el lugar. Pero por terminar con una explicación que resulte válida diré: química sexual 100%. No es fácil encontrar a alguien con quien tengas un entendimiento total en la cama desde el primer minuto. Lo normal es ir probando. Lo que con fulanito no te gusta, con sutanito te encanta, ¿se entiende, no? Eso de los roles, activo, pasivo, activo de 12 a 16 pero a las 18 tengo un 25% de pasivo según como pegue el sol en la segunda ventana de mi cuarto… bah… todo es cuestión de química. Y con este chico había toda la química que quisieras y más.


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      Álvaro Perera dijo

    Habría que ver al Vikingo!!! Jajaja Echaste un buen polvete que es lo que cuenta 😉 Jajaja Que interesante tienes esto! 😛

      Oscar dijo

    Totalmente de acuerdo contigo nene