Bear and the City: 43 – De repente un ex novio

¡¿Qué carajo me estaba pasando?! Si el trabajo me iba bien, vivía en una casa que ya quisieran muchos y con un casero/compañero de piso que me cuidaba incluso cuando yo casi ni le miraba… ¿qué era lo que iba tan mal?

Este hombre acabó entendiendo que conmigo no habría nada más que no fuera una mera compañía en la casa… y tampoco. Yo vivía encerrado en la habitación, aunque todo lo encerrado que se podía desear teniendo en cuenta que era la habitación de los ordenadores y que los dos chateábamos desde ahí. Una vez que él se acostaba yo hacía de la habitación mi reino, un reino en el cual seguir hablando con desconocidos sin cara y, de paso, acabar con todo el alcohol que pudiera haber en esa casa. No hicieron falta muchos días para dejar seca la casa. La bondad de este hombre llegó al punto de encogerse de hombros y no decir nada una vez descubrió el percal.

No había manera, tenía que irme de ahí y pronto. Estaba jodiendo a este hombre al 100% sin poner el más mínimo remedio. En ese punto yo no tenía el más mínimo derecho a quejarme por nada, ya que me trataban como a un rey incluso cuando era yo el hijo de puta más grande del reino, así que no me quejaba. Pero aún tenía que vivir algo más en esa casa por la cual me paseaba por las noches mientras dormía.

¿Recordáis ese amor celoso por el cual me crucé España de punta a cabo? Retomé el contacto con él, nuevamente por Internet. Al principio charlábamos de estupideces, pero luego, y como la cabra siempre tira al monte, volvimos a engancharnos con piropos y tonterías.

Para contar esto no me voy a extender demasiado. Este tío se dedicó a regalarme la oreja como muy bien sabía hacer ya. Ahora, para colmo de bienes, se había trasladado por su trabajo a una ciudad vecina. Como era de esperar, quiso venir a verme y dije que sí. Una cita al más puro estilo cárcel, con el tiempo medido al segundo en el que apenas si pudimos rozarnos. Lo que yo no sabía era que la intención de la cita era otra. Y es que, justo en el momento de subirse en el coche, se me quedó mirando y me dijo medio sonriendo, “Vente conmigo. Coge tus cosas y vente ahora mismo.”


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      Álvaro Perera dijo

    Que fuerte me pareceee!!! ¿Este es el chaval con el que empezaste a salir y despues se tiraba todo el dia hablando con todo bicho moviente ? Que fuertaaaa!!

      Kamaji dijo

    Jajaja. Gatito, no tienes remedio. Te gustaban los problemas más que a los matemáticos. Jajaja. 😉