¿Y era problema tener el pantalón manchado de sangre hasta las rodillas por culpa de una erección posterior a un piercing recién puestecito? ¡Qué va! El problema era entrar en mi casa y subir las dos plantas hasta mi dormitorio, quitarme el pantalón, intentar enjuagarlo lo más posible y meterlo en la lavadora… todo eso sin que me viera nadie. Eso sí era un problema. Sólo había que tener en cuenta de que, en pleno verano, todavía me paseaba por casa con una camiseta puesta para que no me vieran los piercings de los pezones.
Pero hubo suerte. Aparqué el coche y subí las escaleras casi sin pararme a respirar, no me fuera a dar un pasmo y me cayese al suelo. Obviamente, semejante carrera consiguió provocar un “¿Qué pasa que corres tanto?” que sólo pude tapar con uno de esos “Nada” que sólo sirven para levantar todavía más sospechas. Menos mal que nunca he sido demasiado estrella en la familia y lo de pasar más o menos desapercibido no se me daba mal del todo.
Conseguir hacer desaparecer la sangre del pantalón y comprobé que servidor ya no sangrase más. Imaginad el papelón de sentarme con la familia y que una mancha de sangre a la altura de las pelotas sorprendiera a todo el mundo. A ver qué excusa das.
‘Bear and the City’ – Síguelo desde el capítulo 1
Imagen – VD